¡Yo Quiero Ser Pelucón!

Ayer que estaba con mis amigos los Arosemena i los Estrada mi dí cuenta de que andaban mirandome de refilón i que no me hablaban mucho. Luego la verdad se hizo evidente: Correa no había nombrado a los Pérez entre los pelucones. Seguramente el presidente se había olvidado de nosotros-- un error honesto. Pero quizás Correa pensó que los Pérez no somos tan pelucones como el resto de los pelucones- i ahora parece que he bajado la escalera social por no haber sido nombrado. Es como si los otros, los de apellido, hayan formado un grupo más exclusivo del que ya éramos i nos hayan dejado afuera nosotros los Pérez, los Febres-Cordero i los Lapentti. Es como si Correa creara una ciudadela dentro de una ciudadela en Samborondón.

La mitad de la culpa es mía. Cuando Correa comenzó a hablar de los pelucones, naturalmente asumí que había incluido mi apellido. Estaba en plena confianza de que si se hablaba de unos, se hablaba de otros. Pasé todo el fin de semana pensando en que no había ningún problema con mi condición de pelucón- hasta que ayer domingo sucedió esto que cuento. La vergüenza. Mirar a los demás i saber que yo era menos que ellos. Esto no puede quedar así. ¡Correa, exijo que ratifique la lista de los pelucones! ¿Qué es esta discriminación que tenemos que pasar los Pérez? Esto es una injuria gravísima. Una horrible omisión. Una ataque a los valores de los aniñados. ¡Por favor, señor presidente, reaccione! ¡Cómo se va a olvidar de algunos de nosotros!