El otro día, en el metro, se me acerca un niño de máximo tres años de edad, y mirándome hacia arriba y poniendo su manito en mi panza, me pregunta: ¿Nene ó nena? Por una parte, no pude evitar conmoverme-- por otra parte, no pude evitar ofenderme. No sé si fue por la primera o por la segunda, pero tuve que golpear al niño en la boca. ¿Sabes lo bueno de pegarle a un niño? Que los dientes igual se le iban a caer de todos modos. Tu estás, básicamente, haciéndoles un favor y no hay ningún daño permanente. Si los niños son de hule.
Así que entendí la indirecta y he decidido hacer dieta. Ahora la pregunta, ¿qué dieta hacer? Está la de no comer carne, está la de no comer carbohidratos (sea lo que eso sea), la del caballo, la del lagarto, la de Pony Malta, en fin… es una locura decidirse por una-- y luego todas son complicadas: Menú por la mañana, menú por la tarde, una ración de esto dos minutos antes que la campana de la iglesia toque su última campanada, qué se yo.
Paso maratónicamente de hacer cálculos de calorías y porciones. Es por esto que me he inventado una dieta, y al decir "inventado" quiero decir que no he revisado Google para ver si ya existía. Bueno, no alargo el cuento, desde mañana voy a comer únicamente frutas y verduras-- mi moza me dice que eso ya existe y que se llama "vegetarianismo", pero eso es más un estilo de vida, mientras lo mío es más un castigo por mí estilo de vida. Además, ¿qué sabe mi moza? Si tan lista es, ¿por qué no es la oficial?
Foto de Nina Matthews
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