¿Qué pasa con la nieve? Hoy está nevando en Madrid y para mí es raro verla, y cada vez que la veo no puedo evitar decepcionarme. Esto es, supongo, porque cuando veía nevar en las caricaturas que ponían en la época navideña, aún en Ecuador, la nieve parecía distinta. Claro, era distinta porque era nieve de caricatura, pero yo crecí con la expectativa de que la nieve caiga en copos gigantes y redondos, y que cada vez que nevaba uno, por alguna mágica razón, podría salir a jugar en ella sin morirse de frío.
Lastimosamente, la realidad es otra. La nieve cae como cae la caspa y lo único que se puede jugar con ella es a ponerle las malditas cadenas al coche. No suenan las campanas navideñas de fondo y esa figura patinar en los lagos es más bien para países con inviernos de verdad. ¿Y por qué está nevando en Madrid, a todo esto? ¿Qué pasó con lo del calentamiento global? ¿No era, a fin de cuentas, una campaña publicitaria para el filme de Al Gore? Porque yo no he vuelto a escuchar sobre el tema.
Supongo que lo que me molesta más que nada, más que las grandes decepciones producto de las grandes expectativas sobre la nieve, es que la man no cae con contundencia. Por lo menos no en Mad., y no hay nada peor que las cosas hechas a medias. Si Hitler se hubiera cargado a sólo la mitad de los judíos, ¿sería tan recordado como lo es hoy? No lo creo, pues él, Gracias Dios, le aplicó todos los recursos que tenía al tema. Y así, fiel al ejemplo de Hitler, la nieve debería de caer con propósito, con fuerza, ¡con un poquito de emoción!
Foto de Andrew
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