Murió atorada, mas nos queda de consuelo que vivió una vida fluida el la que el aire de la grandeza siempre le sopló las velas, i aunque no me alcanza la bocanada para pronunciar todos los elogios que se merece, pues se me ahogan las ideas i siento que la pena me asfixia, sé que la única forma de sacarse el congestionado peso del pecho es recordándola, a ella i a su obra, dándole unas palmaditas a la espalda de su creación, que se la recuerde bien i que nadie tosa cuando se la nombre.
Adiós, Gabi, debí hacerte caso. Espero que tu familia me perdone.
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