El otro día iba por la calle, cuando vi a una aglomeración de gitanos poblando los bajos de un puente. Estaba lloviendo, y el techo que provee la carretera es idóneo para el resguardo, sí, pero yo soy de los que cree que sólo los ogros tienen derecho a vivir debajo de los puentes. Entonces, ¿son ogros los roma? En mi imaginario, y, supongo que en el de todos, el paralelismo, aunque a nivel inconsciente, es inevitable.
Por estas y otras razones, el día que sea publicista, lucharé para que la primera cuenta en la que trabaje sea justamente la de la de los gitanos. ¡Es que tienen muy mala imagen! Y, en el mayor de los casos, como el del puente que acabo de explicar, son cosas que, en realidad, son cuestiones de percepción-- y podrían ser cambiadas. Ahora, más me hubiese gustado llevar la imagen de los ogros, pero entre William Steig y DeamWorks Animation, ya no me queda mucho por hacer.
Por los gitanos, entonces, sí. Primero que nada, habría que hacer una campaña pro-trabajo callejero. Está mal visto trabajar en eso de la mendicidad, pero ¿por qué? ¿Qué moldes primer-mundistas habría que romper para hacerle ver a la gente que, en el fondo, lo que más mola de los trabajos es poder hacerlos en cualquier lado? Por ejemplo, eres gitano y de vas de vacaciones a la playa. ¿Hay semáforos en la playa? Pues sí. ¿Qué te impide, entonces, trabajar desde ahí? Pues nada. Yo creo que lo que la gente les tiene, en el fondo, es envidia.
¿Y uniformes? Más allá de vestir en ciertos tonos y preferiblemente a cuadros, tampoco parecen existir muchas limitaciones. Ahora, si la mendicidad, como se ha establecido, se puede ejercer que cualquier punto del mundo (en el que haya semáforos), y tienen por hábito vivir en la calle, como he podido observar, eso quiere decir que trabajan desde casa. ¿Trabajas tú desde casa?
Tampoco quiero verter todas mis ideas sobre como remodelaría la imagen, pues aún no me han dado la cuenta, pero ¡algún día!
Foto de Jorge Santiago
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