Cuando el gobierno quiso ir a felicitarlo descubrió un esqueleto momificado. Hubiera cumplido 111 años, si no llevase 30 años muerto. Sogen Kato era, presuntamente, el hombre más viejo de Tokyo.
Aparentemente, la familia Kato había estado haciéndose de la vista gorda para cobrar cobrar una pensión de enviudamiento al orden acumulado de 9.5 millones de yens.
¿Qué habrán hecho con todas las velitas? Porque 111 velas bastan para iluminar un pequeño barrio o una habitación de estas de las películas románticas o de los vídeos de Elton John. Sea lo como fuere, no soy nadie para andar juzgando, pero creo estar muerto debería ser considerado como una razón para dejar de celebrar cumpleaños y cobrar pensiones, mas qué sé yo, si bien he demostrado que de la cultura japonesa no entiendo mucho.
Voy a aventurarme e ir sobre el llamado del deber periidístico y especular: quizás este no es un caso de estafa al estado, sino más bien uno de esas cosas que suceden, más bien, por vagancia: "Su-Kini, ¿sacaste ya los restos del abuelo?" "¡No molestes, mamá, estoy jugando Pokémon Meteorito Morado Ultra III!" Y claro, actividad que postergas un día, actividad que postergas dos…
Noticia de la BBC
Foto de Okinawa Soba
No hay comentarios:
Publicar un comentario