Algo en la formación moral de los buenos hombres nos impulsa a tratar de
proteger a una mujer a la cual encontremos primero aceptablemente bella. Es quizás
naturaleza. Frente a dos mujeres igualmente bellas la que sea aquejada por algún
problema medianamente grave se convertirá en la elección de el hombre
moderadamente responsable. La encrucijada está que en momento que la mujer de la
cual aquel hombre esté enamorado resuelva sus problemas- ¿será ella aun atractiva para
el hombre? Si se parte de la premisa que presenta que el hombre encontraba a la mujer
atractiva antes de el comienzo de la relación el peso de la pérdida de atracción
ocasionada porque la solución al problema de ella ha sido encontrado dependerá
entonces de la magnitud de el problema i de la magnitud de la atracción original.