Montubio A
Muerte B
Ofrenda C
Zurda D
Milagro E
Consuelo F
¡Señor! ¡Cristo mío! Yo soy un montubio
más pobre que los husos de la muerte
y no tengo para ti más ofrenda
que darte del que a mi zurda
necesita, señor, de tu milagro,
puesto que ya no basta con mi consuelo.
En mi pobre llanto me desconsuelo--
la salud de niñito montubio
sólo volverá con un milagro.
¡Míralo en la sombra de la muerte!
¡Ésta lo posee con su zurda!
¡Su dolor es a mí su ofrenda!
Mas si no hay mejor ofrenda
para ti, mi señor, mi Cristo del Consuelo!
¿Qué te bastará de esta vida zurda?
¿De mi triste pobreza de montubio?
¿Que ya ni la sombra de la muerte
alegrarme podrá con su milagro?
Pero si me concedes el milagro
de curar a mi hijo con mi ofrenda,
te daré plegarias hasta la muerte
sobre las rodillas de mi desconsuelo
y si esto no te es basto, este montubio
te entregará además su mano zurda.
Y el macheté rozó la zurda,
y al niño le rozó el milagro,
y de rodillas el montubio
avanzó hasta que la ofrenda
fue la propia sangre que el consuelo
le arropó en diez leguas hacia la muerte.
Pero el niño abatió a la muerte
gracias a los dedos de zurda,
y su salud fue su consuelo,
el salvador Cristo, su milagro,
pues dando su vida en ofrenda
fue salvado por su padre montubio.
El Montubio marchó a la muerte,
y la ofrenda de los cinco 'e la zurda
recuerdan el Milagro del Consuelo.
11 de septiembre de 2012
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