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sábado, 5 de abril de 2008

La ficcion de la realidad de 'Noticia de un secuestro'

Frecuentemente se oye que “Noticia de un secuestro” fue el regreso de García Márquez al periodismo, a la crónica que aprendió a elaborar con amor de alfarero en “Diario de un náufrago”. Es fácil trazar líneas que unan al relato cronológico de los 11 días en los que un hombre realizó la valiente hazaña de no morirse- publicado en serie en un periódico colombiano con “Noticia de un secuestro”, pues ambas partieron de la misma base periodística del trabajo de campo y la entrevista. Luego, comparar estas dos obras con “A sangre fría” de Truman Capote parecería válido también; ambas obras pertenecen a lo que Tom Wolfe acuñó como “nuevo periodismo” para acostar bajo la misma sábana a Capote, a Norman Mailer y a Hunter S. Thompson-- cosa que le hubiera encantado a Capote.

Pocas escuelas filosóficas podrán mantener, después de analizar y sin entrar a mucha profundidad, que “Noticia de un secuestro” es un relato de índole puramente informativa, pues, primero que nada, el mismo formato invita a concluirlo. Ya que la técnica de romper la linealidad cronológica para relatar algo de una forma más atrayente y en ciertos casos hasta más clara es frecuentemente usada en el periodismo diario, no puede ser este el elemento literario (porque sin duda es un recurso literario) dirimente que permita clasificar este trabajo como uno de ficción. Y si los hechos que se presentan sucedieron realmente, las fechas dadas son reales y los personajes comparten de nombre y apellido contrapartes de carne y hueso, ¿qué es lo que permite archivar con tanta seguridad esta obra en la sección de “ficción” de las bibliotecas? Los desinformados podrán decir que es el ánimo de lucro, pero García Márquez ilustra esta triste realidad del secuestro, las drogas, el hampa, la baja vida, con mucho pesar, como dice el prólogo del libro. Es, pues, el hecho de que la narración está lograda de forma en que la exposición artística prime sobre la facilidad de entender la narración lo que permita decir que este trabajo es, como todos los otros trabajos del “nuevo periodismo”, de ficción.

Antes de negarlo, como lo hizo posteriormente con poco pudor, García Márquez dijo aceptar a la influencia del condado Yoknapatawpha faulkneriano en su obra Cien años de Soledad. La importancia de esto es que Faulkner es el precursor de idea de que la realidad fantástica es más verosímil que la realidad real-- la piedra angular del llamado “nuevo periodismo”- y es él quien abre la brecha para que luego se escriba “A sangre fría”, novela de una calidad periodística impresionante que no vierte una onza de opinión sobre un hombre que espera la pena de muerte y sin usar una vez la primera persona. Desde ese entonces obras similares, por más que hayan tenido como descriptor la palabra periodismo en “nuevo periodismo”, seguirán siendo clasificadas como obras de ficción. “Noticia de un secuestro” carece del toque artístico que se sabe que García Márquez posee por obras como “El otoño del patriarca” o “El amor en los tiempos del cólera”; quizás el compromiso con retratar la realidad le pidió hacer su estilo más asequible: “Noticia de un secuestro” carece de las oraciones característicamente largas de otras obras del autor colombiano, los diálogos son claros- aunque no abundantes, las palabras son menos alambicadas.

"Ángel estaba petrificado, aunque de todos modos con el taxi delante y el Mercedes detrás carecía de espacio para salir. Temiendo que los hombres empezarían a disparar, Maruja se abrazó a su cartera como a un salvavidas, se escondió tras el asiento del chofer, y le gritó a Beatriz:
-Bótese al suelo.
-Ni de vainas -murmuró Beatriz-. En el suelo nos matan."

En este fragmento de la cuarta página de la versión digital del libro hay evidencia de narrativa comúnmente literaria: el uso de diálogo sin entrecomillar y sin pasar por el filtro de la corrección, pues en los diarios normalmente las citas no se reproducen ad libitum, sino con el propósito de informar y para esto se editan expresiones expletivas. “Ni de vainas” no se verá comúnmente en la prensa de calidad.

Los capítulos del libro no tienen ningún orden aparente y descifrable: en un momento el lector puede estar en el último secuestro, luego revisando el historial de guerra contra el narcotráfico de Colombia, luego haciendo negociaciones para la liberación de rehenes desde la oficina del presidente. Según Márquez, este fue el libro más difícil que ha escrito, como también lo fue en su momento “El otoño del patriarca”, y como anteriormente lo fue “Cien años de soledad”… No es difícil imaginarse cómo el áspero tema del libro, que ha de entristecer a cualquier colombiano, puede llegar a justificar que el autor se involucre sentimentalmente, mas Márquez se mantiene siempre desde afuera. Ni en los párrafos donde se recuentan los aspectos más duros de la guerra se puede encontrar una opinión clara, flotando entre las palabras.

"Una droga más dañina que las mal llamadas heroicas se introdujo en la cultura nacional: el dinero fácil. Prosperó la idea de que la ley es el mayor obstáculo para la felicidad, que de nada sirve aprender a leer y a escribir, que se vive mejor y más seguro como delincuente que como gente de bien. En síntesis: el estado de perversión social propio de toda guerra larvada."

La primera persona no existe en “Noticia de un secuestro”, no hay cercanía entre lector y autor. La única ruptura de la cuarta pared (¿de la portada?) sólo se encuentra casi al final de la obra: “El que hablaba era Pablo Escobar en vivo y en directo, pero Azeneth sólo lo sabrá si se le ocurre leer este libro.” Aunque la primera persona sea común en el neo-periodismo de Wolfe, en la época de Capote ni los más literarios de los periodistas se atrevían a usarlo. Marta Rivera de la Cruz, autora y escritora de ensayos, destaca otro recurso del que García Márquez no se sirvió: el “recurso más asequible del monólogo interior”. Entender por qué es entender la proximidad al periodismo propiamente dicho al que Márquez quiso llegar: no hay nada sobre el papel que no pueda haber salido de una entrevista, hasta las más insólitas coincidencias, como es el caso de la florista y el mayorista que se narra el comienzo del capitulo sexto. Es la forma en la que el hecho es contado, no, obviamente, el hecho en sí, lo que hacen de estre trabajo uno de “ficción”.

Más que acontecimientos históricos, el neoperiodismo del que se ha servido García Márquez busca lograr la narración a través de escenas y descripciones. No hace falta un premio Nóbel para demostrar los matices de la paleta de palabras garcíamarquínas, sólo leer una página aleatoria del “Otoño del patriarca”. Para “Noticia de un secuestro” la descripción es vívida y consume al lector.

"Además era un lector algo delirante de cuanto libro encontraba a su paso, y en especial de dos especialidades distantes: poesía y seguridad. En aquel tiempo sólo tenía cuatro corbatas que le habían regalado en las cuatro Navidades anteriores y no se las ponía por su gusto, sino que llevaba una en el bolsillo sólo para casos de emergencia. Combinaba pantalones con chaquetas sin tomar en cuenta pintas ni estilos, se ponía por distracción una media de un color y otra de otro, y siempre que podía andaba en mangas de camisa porque no hacía diferencia entre el frío y el calor. Sus orgías mayores eran partidas de póquer con su hija Laura hasta las dos de la madrugada, en silencio absoluto y con frijoles en vez de plata. Claudia, su bella y paciente esposa, se exasperaba porque andaba como sonámbulo por la casa, sin saber dónde estaban los vasos o cómo se cerraba una puerta o se sacaba el hielo de la nevera, y tenía la facultad casi mágica de no enterarse de las cosas que no soportaba. Con todo, su condición más rara era una impavidez de estatua que no dejaba ni el mínimo resquicio para imaginar lo que estaba pensando, y un talento inclemente para resolver una conversación con no más de cuatro palabras o ponerle término a una discusión frenética con un monosílabo lapidario."

Esta descripción de César Gaviria, el presidente de Colombia en aquel momento, viene de la página 40 del libro y va a servir para que el lector no se cuestione la naturaleza del personaje nunca más, pues a través de la decisión de relatar los hábitos privados del presidente –antes de llegar a serlo- el lector ya va a tener una clara idea de alguien que en las 127 páginas restantes será tan protagonista como los mismos secuestrados. Éste es el talento de García Márquez: encontrar aquello que debe de decirse y el método y momento para precisarlo. Márquez no es seguidor de la idea aristotélica de que el personaje debe nacer a través de sus acciones: el autor te dice de antemano quién es santandereano puro y quién tiene honestidad de antioqueño en un momento o, como es el caso de ejemplo anterior, somete al juicio del lector cómo una persona que resuelve riñas domésticas con una sola palabra va a mantenerse imperturbable durante los secuestros.

En conclusión, “Noticia de un secuestro” tiene la suerte de ser todo menos noticia, pues así es un testimonio de la cruda realidad colombiana sin ser una simple fotografía de la realidad, sino una pintura hecha con el pincel fino de un gran compositor de verdades.


Foto por kennymatic

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Te lo has pensado Jorgito!
L.Q.Q.D

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