Cualquiera que haya estado siguiendo las noticias sabrá de Mocha, la elefanta pirata a la que le han puesto una pata de palo. Chévere, la verdad: ahora tengo qué regalarle la mujer de mi vida, Brazo Mocho. Primero pensé que con llevarle a Trípode, el perro de tres patas de Montañita, me ganaría su corazón. Ahora imagínate tú que le llevo un elefante. ¡Ya la cosa pasa a otra categoría!
Juntas podrán compartir tantas cosas. Y de paso soluciono el problema de desplazamiento de Brazo Mocho, pues no creo que le permitan conducir-- por lo menos no un manual. Pero ya en elefante, ¿qué más puede querer? ¿Qué manera más piquetera de ir de punto A a punto B si no es en elefante? Y te apuesto a que gasta menos combustible, pues tengo entendido que las nueces son más baratas que la gasolina.
¿Y de quién no será el sueño de tener un elefante por ahí? ¡Y encima un elefante pirata! Si Mocha fuera mía (el elefante, no la persona) le compraría un parche negro y uno de esos sombreros con una calavera cruzada por dos tibias, sólo para completar el look. Yo me pondría un saco rojo que me llegue hasta las rodillas y una camisa blanca con 100 pliegues. ¡Ajoy, bucaneros!
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