Pero, ¿qué hacemos los hombres cuando podemos? Unos pocos dirán que van por ahí, de cama en cama, i que lo viven bien así. Los más coherentes de nosotros buscamos una suerte de madre que nos diga qué está bien i qué está mal para atenernos a ello. Respaldo mi teoría en que, por más panas que he tenido que se jactan de sus conquistas, todos, a fin de cuentas, desean una mujer que los aguante. Una man que les diga que se coman las verduras; una mujer que te diga "limpia un poco, que vives como un cerdo".
I lo que sucede es que los hombres, si nos dejan solos, vivimos como aquellos cerdos que ellas nombran. No sólo pasamos de las tres comidas al día que nos imponen a creer que con una basta y que sólo nos hace falta desayunar para subsistir-- nuestra vida se convierte en una especie de jungla en la que no sobrevive el más fuerte, sino el que mejor acompañado está. Los hombres no podemos vivir solos, necesitamos a una mujer.
Ahora, las mujeres tampoco son perfectas. ¡Qué buenas son cuando las conoces! Te aguantan todo; te dicen que tus hábitos masculinos de cerdo son atractivos, que por eso les gustas. ¡Cuánta patraña! Dales media hora y van a imponer la decencia sobre tu moral. I eso, sanitariamente, no está mal; pero sucede que la man que era tu cómplice i amiga de repente se convierte en tu novia... I los hombres, digo yo, no queremos solamente una novia-- queremos una amiga, una compañera, una versión tuya pero mejor... I cuando tu novia deja de ser tu amiga es mejor volver a ser el infeliz que ya eras; nadie, pues, quiere una novia-- lo que queremos es una buena cómplice.
1 comentario:
Más que un cómplice todos queremos una víctima.
(Risas), muy bonita manera de pensar caballero.
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