Si las campanas no han dejado de sonar por esas tres horas, quizás es que se esté acabando el mundo. ¿Era eso no de lo que eran heraldos, verdad? Eso o inundaciones, qué se yo, que hace tiempo que el padre Varas no da teología en la católica, y si no habla él yo no me entero de nada. Algo recuerdo de una clase sobre el juicio final, que no es el que se le debe hacer a los banqueros especuladores, sino con el que se acababa el mundo; así lo revela Juan en su hábilmente llamada Revelación a Juan.
Juan miró hacia el futuro y vio el apocalipto. Por qué Mel Gibson fue el privilegiado por Juan, nunca lo sabremos, mas lo que sí está claro es que la película del fin del mundo incluye siete sellos, dragones, teofanías, trompetas, copas, prostitutas y corderos. Es casi la novela irlandesa definitiva. Al final del cuento, el cordero le gana al dragón, ve tú a saber cómo, pero el monstruo vuelve a dar un último susto cuando los persas y los partos (básicamente Irán) lo reviven 1000 años después sólo para que vuelva a caer vencido.
A todo esto, cuando se habla de la Iglesia, conviene saber que el sombrero del Papa no se llama sombrero, se llama tiara si es el grandote, mitre si es el normal, o zuchetto si es el que va sobre el parietal. Esto es importante saber porque si te metes en un debate en el que quieras concluir que el Papa vive en estado de opulencia, no puedes argumentar, como hice una vez, que él debería vender el sombrero porque pierdes contundencia y quedas como ignorante.
En fin, las campanas aún resuenan y retumban y yo me estoy volviendo loco-- el copete ya se me puso alfalfa como a Cruela en esa película sobre los abrigos y los perritos.
1 comentario:
jajajajajajajaja me imagino que lo del nombre del sombrero es fundamental al debate.
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