Los gays nos ayudan a conseguir más mujeres

La gente me pregunta "qué te parece eso de la homosexualidad", que si está bien o si está mal. Mira tú, yo no sé si estará mal o estará bien; para los curas, sé que está mal, para los que les gusta, pues estará muy bien. A mí, en particular, no me molesta ver a dos chicas besándose, mas apruebo pero no comparto el doble opuesto. Matemáticamente, supongo que la homosexualidad me conviene: revisemos lentamente la evidencia. Según los estudios de Stephen Murray hay tres gays por cada lesbiana, lo que quiere decir que cada vez aumenta la relación mujeres heterosexuales por hombre heterosexual, o sea que hay más para elegir. Además, los estereotipos indican que las lesbianas que "se pierden" no eran las más elegibles cuando pertenecían al otro equipo, así que estamos mejor sin ellas.

Ahora, los mismos estereotipos apuntan a que los homosexuales son los tipos esos que van al gimnasio, se cuidan, se compran productos para el pelo i se visten a la moda. No sé yo mucho de mujeres, pero creo que a ellas les gustan los hombres musculosos i cuidados; mas si tomamos en cuenta que cada vez este paradigma de hombre responde más a los homosexuales que a los heterosexuales, podremos llegar a la conclusión de que el estándar para la belleza de los heterosexuales disminuye, lo cual, por lo menos a mí, me conviene. En otras palabras, como los hombres fornidos i cuidados tienden a ser homosexuales, las mujeres tendrán que conformarse con el resto de feos que quedamos, i además cada vez seremos menos, lo que sube nuestro porcentaje de éxito.

Claro, los curas a lo mejor ya llegaron a esta conclusión i por eso están en contra de lo que ellos llaman "desviaciones". Como ellos no se ven beneficiados, pues ni les importa manifestar públicamente su desaprobación. Por mi parte, yo creo que cada hombre fortachudo i presentable debería hacerse homosexual para que nosotros, los feos, podamos ligar más. Más allá de eso, creo que los hombres heterosexuales debemos, aunque sea por sólo una década, empezar a decirle a las mujeres, justo antes de concretar la faena, "sabes qué, no eres mi tipo" i mandarla a casa. Bueno, en ese momento nos sabrá mal no tirotear, pero si empezamos todos a rechazarlas, cambiaremos eso de que las mujeres eligen i que nosotros tenemos que abordarlas a todas para ver cual cae. En unos años, ellas nos piropearan desde los carros cuando estemos nosotros haciendo las construcciones i, en los bares, nosotros nos quedaremos viendo cómo nos invitan a un trago tres o cuatro mujeres por noche hasta que decidamos cuál llevarnos a casa.