 Bob Esponja es homosexual. Eso no está mal, claro. La constitución lo avala en algún lugar del artículo vigésimotercero. El problema es que como Bob Esponja es homosexual Dios no lo quiere en el cielo y seguramente lo hará compartir litera con Liberace o Abdón Calderón allá en el séptimo círculo del infierno. El otro problema, un poco más tangible- pues no está relacionado con una eternidad de caminar sobre arena ardiente, es que los niños estén expuestos a la horrenda homosexualidad de Bob Esponja.
Bob Esponja es homosexual. Eso no está mal, claro. La constitución lo avala en algún lugar del artículo vigésimotercero. El problema es que como Bob Esponja es homosexual Dios no lo quiere en el cielo y seguramente lo hará compartir litera con Liberace o Abdón Calderón allá en el séptimo círculo del infierno. El otro problema, un poco más tangible- pues no está relacionado con una eternidad de caminar sobre arena ardiente, es que los niños estén expuestos a la horrenda homosexualidad de Bob Esponja.El programa de Nickelodeon lava el cerebro de los incautos infantes que aprenden a asociar la risa y lo gracioso con cogerse de la mano con otro hombre. ¡Satánico es esto! ¿Cómo es posible que las autoridades acepten que esta aberración de esponja de cocina contamine las frágiles mentes del futuro de nuestra nación? ¡Imagínense que de aquí a dieciséis años Ecuador se encuentre en guerra con Perú y que todos nuestros soldados sean un grupo de mariquitas! (Bien es sabido que los homosexuales no saben portar armas, así como no saben arreglar carros o cargar maletas).
 Bob Esponja es parte de la contaminación cerebral que reciben los pequeños-- ¡pobres ellos que no saben lo que están viendo! Es, entonces, nuestro deber alzarnos en nombre de quienes aun no tienen un juicio formado y reclamar nuestro derecho a no ver homosexuales en la tele. Acepto nuestra igualdad legislativa, así que la solución es que los homosexuales establezcan su propio sistema de comunicación masiva y que en él transmitan lo que ellos quieran ver, dejándonos libres a los fieles creyentes en las palabras del Levítico.
Bob Esponja es parte de la contaminación cerebral que reciben los pequeños-- ¡pobres ellos que no saben lo que están viendo! Es, entonces, nuestro deber alzarnos en nombre de quienes aun no tienen un juicio formado y reclamar nuestro derecho a no ver homosexuales en la tele. Acepto nuestra igualdad legislativa, así que la solución es que los homosexuales establezcan su propio sistema de comunicación masiva y que en él transmitan lo que ellos quieran ver, dejándonos libres a los fieles creyentes en las palabras del Levítico. 
 



















