Adjuntos

domingo, 8 de julio de 2007

Conjeturas para una noche: Pánico en un lanzamiento de libro

Preparando los Ingredientes

Me desperté a las cinco, completamente estúpido: Esas son las consecuencias de dormir una Siesta de Poder de tres horas. Aún tenía dos horas hasta el evento. Caminé por la casa, por el patio, tratando de hacerlo de forma coherente. Nada peor que un sueño terrible de quizás veinte minutos- que termina sintiéndose como uno de dos horas a la larga- sobre una espera en cabaré por la perfomer más maravillosa de toda la zona; uno está ahí sentado en el banquillo predilecto desde donde se ve el primerísimo primero plano de la piel estrecha, ajustada, de la vedette más espectacular—o eso cree estar esperando uno, porque a fin de cuentas lo que sale de entre las cortinas rojas desteñidas es una vieja de 700 años con más pliegues de los que debería tener una mujer, un lunar peludo, i senos que podría pisárselos ella misma en cualquier momento, ocasionando lo más desagradable de las caídas.

Hice el proceso de preparación para un evento lo más rápido que pude. Me demoré una hora. Aún tenía una hora más hasta que comience el Lanzamiento del Libro de Eduardo Varas en el Palacio de Cristal- en el corazón de la ciudad. Adentrarse hasta este requiere de cierta prodigiosidad para el manejo. En Guayaquil la gente es muy rara al manejar. A mí me gusta ir de un carril al otro, infiltrándome entre los carros. Siempre hay por ahí uno que cree que es algo personal i me dá carrera. I me dá carrera con el Hyundai Santa Fe que no fue hecho ni para inmiscuirse entre el tráfico ni para acelerar después de la verde. Me da pánico pensar que estos tipos pretenden hacer las peripecias que yo hago con un carro que no ha sido preparado para hacerlas- en cualquier momento se me pueden venir encima por creer que pueden frenar como yo, i aunque el que choque por detrás tiene siempre la culpa, vaya ud. con ese cuento a pagarme por la desfiguración de mi Mazda 3.

A pesar de haber querido ir lentamente hasta el centro, hice la primera parte del trayecto a una velocidad mayor a la que necesitaba. En el centro tuve suerte. La 9 de Octubre me dio varias luces en verde seguidas. Aún así, llegué al parqueadero de Las Peñas a las seis i media. Dejé el carro i caminé por el arreglado Malecón, Buena obra de Ne-bot. Ya lo había caminado varias veces, pero nunca a esta hora. Nunca en lo que iba del año. El Malecón está atesplagado de gente. Niños caminan imprudentemente por las calles sin la protección de la mano de sus madres. Los viejos caminan a ese paso característicamente lento que los ampara. Los jóvenes no pueden salir si no es en grupos de cinco o más. Pero, si tienen estos Novia, se la llevan a una oscura banquita del Malecón, como dicta la tradición. “Si te trae acá es porque tú eres La Otra” pensé en gritarles. Pero no tenía ningún sentido en tratar de explicarles esto cuando no lo entiendan. Además, la posibilidad de que no sea cierto me aterra.

Llego justo a la puerta de la “Feria del Libro” a las Siete. Justo en la hora. Me acerco a La Puerta, pero en el proceso me percato de que hay que llenar una papeleta con ciertos datos. Regreso hacia las mesas i hago línea. Odio hacer línea. Necesitaba por lo ménos una mujer para entretenerme. Pero a Las Guapas no les gusta ir a ver Libros. “¿Nombre?” me pregunta la chica de la mesa. “Carlos. Carlos Gonzo. G-o-n-z-o” Con un nombre tan simple como ‘Carlos’, cualquier apellido es probable. Maldita sea, pude haberle dicho algo en Ruso, en Latín, verla sufrir tratando de descifrar qué mismo escribía. Pude haber no hablado castellano. Pero a fin de cuentas fui Carlos Gonzo, 20 años, estudiante.

Fuera de la Sartén i Directo al Horno

El Calor era insoportable. La Marcha me había dejado completamente cansado. “Los Blancos no sudan”, pensé, i seguí dándole a los escalones. Tuve que monear bastante hasta encontrarme con la Urna Norte. Me encontré con El Libro Viejo, Evidencia Ovni**, Mr. Books, con un evento horriblemente pesado en la Urna Sur, compañeros de la U, amigos de la U, i finalmente, con Rubén Aroca. “¿Dónde es lo de Varas?”, le pregunté. Rubén es de sangre negra, un filósofo Macabro. Le dimos Vueltas al lugar, tratando de encontrarlo al Varas. “Macho que se respeta no pide direcciones”. Pasamos junto a la Urna Norte una vez. “¿No será ahí?”, le pregunté a Rubén, pero él dijo que ‘ahí’ era el Salón de Proyecciones, o algo así, i pasó de largo. Después de ningunear a varios i darle vuelta a todo, volví a la bendita Urna Norte. Ahí, erguido, estaba Eduardo Varas.

“Eduardo Varas es el Niño de Oro de Nuestra Generación” escuché alguna vez. O creo que yo mismo lo dije. No me acuerdo. No importa. Nos saludamos ávidamente, le dije que quería fumar un cigarrillo, él me entendió que le estaba pidiendo uno, me ofreció un Marlboro Blanco, le dije ‘no gracias’, salí. Hice un par de llamadas, orgulloso por haber encontrado yo mismo al evento. Rubén ya estaba ahí. Cuando re-entré subí las escaleras i vi a Rafael Mendez, el poeta de Naranjal. Rafael es un tipo de ojos claros i piel morena, como la canción de la novela, que tiene un nudo a la mitad del cuerpo- uno de esos gordos flacos, como yo. Creo que Rafael es tímido, pero, en su timidez, no se puede quedar nunca callado. Tiene él una lengua afilada i burlona que no respeta a nadie. La persona indicada para compartir el Lanzamiento del Libro.

“A continuación escucharemos a la Licenciada Cecilia Loor de Tamaríz”, dice una tipa no tan fea como debía ser. “Buenas noches a todas i todos los asistentes. Me complace presentar en el marco de la Feria Internacional del Libro...” ... “…Es sólo cuestión de permanecer en personaje…” citó Cecilia, valientemente vestida para su edad. Eduardo estaba con un saco negro, i desde la última fila en la que yo estaba sentado, lo veía feliz. “Nunca es transparente”, dice Cecilia, sobre la literatura. Ni lo era Eduardo, debe haberse sentido como un gol del Mundial, pero pretendía estar calmo. Eduardo tiene El Don, escribe con talento. Pero qué se yo de eso, lo digo como juicio de carácter. Minutos antes Rafael me había dicho “Gruppies, viejas, bloggers”- señalando a los presentes. Nosotros, por supuesto, éramos del grupo “bloggers”. Nada más horrible que alguien que hable con anglicismos, recuerdo haber pensado.

“Esa parte de mí que no soy yo”, seguía citando Cecilia. Gracias a Dios su discurso estaba escrito de antemano, no vaya a ser luego como sus Clases, o Tertulias, como le gusta a ella decirles, que parecen ser improvisadas, llenas de extrapolaciones. “Será siempre interesante preguntarle a un autor…” Sí, Cecilia, lo que tu quieras. Ya acabas de cumplir diez minutos en el podio, es buen momento para planear La Salida. Pero si algo es fiel en Cecilia es hablar de más. Seguía citando. Su Eco se debatía con el eco de sonido de la “sala” contigua. Yo ya me había volado i estaba hablando con Rafael. Me molestaba el eco. Sólo había dos parlantes, pero la sala, completamente cuadrada, devolvía un eco confundido i malmezclado.

“La configuración del cuento ‘El Rey’...”, decía Cecilia, hablando de hipérboles. Si seguía hablando, terminaría por citar todo el texto. Ella decía algo sobre un tipo que podía distinguir los acordes de una canción- pero no podía reproducirlos. Qué cosa tan horrible. Habló por casi veinte minutos. Luego tomó el podio Orco. “Damas i Caballeros, Señoras i Señores, buenas noches”. Orco estaba con una camisa verde abotonada hasta la cima. Este primo necesita rápido a los Fab 5. “Por eso es que no hay que fumar de chiquito”, le dije a Rafael. Pero a pesar de ser un tipo terriblemente feo, hablaba con un tono cálido, como habla un poeta. Sus palabras volaban sobre las cabezas de los del auditorio. Nadie le entendía a este desgraciado, estaba hablando en chino. No, peor, estaba hablando en Literario. Primo, por qué mejor no nos cuentas una de Quino, saludas, agradeces, i te quedas callado. Péinate también en el proceso.

Al minuto octavo de la intervención de Orco apagué la grabadora. No había ningún sentido en tratar de acordarse de él. Luego habló, finalmente, Varas, quien simplemente agradeció a los presentes. Rafael estaba contento porque a su Lanzamiento había ido un Chileno --un tipo que había caído perdidamente enamorado de La Toscano-- i para el Lanzamiento del Varas lo más exótico era un quiteño. Claro, Rafael mismo es de Naranjal, donde entiendo que aún hay que ir con machete bajo el brazo. Un Auténtico Ecuatoriano había llegado a la presentación. Lo invitamos a sentarse en la silla más sucia de lugar, se negó a primeras, pero 10 minutos de Orco hacen sentar a cualquiera, Un Auténtico Ecuatoriano no era la excepción.

Atrás, parados, estaban los que habían llegado demasiado tarde. La mayoría era de uno de los dos grupos literatos eminentes de Guayaquil, “Casa de Iguanas” i “Buseta de Papel”. “Guarda Los Libros, que ahí está la Mafia de los Literati”, le dije a Rafael. El agregó algo Mordaz al comentario. Ya no recuerdo qué. Saludé al resto de mis compañeras que había omitido en la persecución previa al evento. Conversé con todos, me acerqué a comprarme el libro. “¿Cuánto es?” –“Cinco dólares” –“Leí en una importante bitácora que el Pe-Ve-Pe es de dos con cincuenta.” La pobre ni ha de haber sabido que es una bitácora, un blog, como le dice la mayoría. Peor iba a saber que el que escribió eso fui yo mismo. Esto hacía a la situación ciertamente más graciosa. “Sus textos no han sido traducidos ningún idioma extranjero y puede dormir tranquilo a pesar de aquello”, leí en el trasero de mi nuevo libro.

Odio hacer fila. El simple hecho de estar parado detrás de alguien ya es denigrantemente suficiente. Ni se hable de estar ahí Esperando. No pude hacerlo. Rompí fila i volví al conversatorio. Aproveche para mandarle un raye a el peor borracho de toda la literatura guayasense, “Loco, me encanta escribir poemash, esh mi vida” suele decir entre lágrimas después de medio trago. Ya, primo, lo que te encanta es otra cosa. Lo peor es que el tipo es famoso. Leí en algún lado que había él ganado algo importante en un evento internacional. Si latino-América decide que a este pana es al que hay que premiar, está bien, genial, pero que luego no se queje del sub-desarrollo.

Sobremesa

Salimos del evento a cambiar de aires. Afuera Lucho Silva, el viejo, tocaba “New York, New York” con prodigiosidad en el saxo. “Ésa es la música de mi patria” dije yo. Bailé un poco, también—como las mujeres que alternan una alzada de pierna por otra. Primero la rodilla izquierda, luego toda la pierna, luego la rodilla derecha, luego toda la pierna… Era divertido. Afuera se habló de todo ménos del Lanzamiento de el Libro. Claro, entre Orco i Cecilia habían acribillado al tema. Poco a poco se fue la gente. Poco a poco nos iban echando del centro de convenciones, también. Primero apagaron las luces, luego invadieron el salón con un abrumante sonido blanco que me partía la cabeza. Sólo faltaba una de Xuxa, otra de Castro i el Himno Nacional para dar por terminado, oficialmente, al bendito evento.

Al fin conseguí que me firme Varas el libro de cinco dólares. Yo le pedí que me ponga “Con amor para mi Jorgis. Tu Eduardo XOXOXO”, pero el muy patán sólo me concedió “Haz de este libro un acto de justicia… El acto de justicia con tu lectura… Gracias x venir” ¿A cuánta gente le habrá escrito lo mismo? Por ménos lo escribió en línea recta, que bien le hacía falta una regla o cualquier cosa para escribir bonito. Después de todo, no venía de cancelar cinco dolores para que el autor destruya mi inversión. “Ahora lo voy a vender a seis” le dije al Auténtico Ecuatoriano.

Mucho después, como una hora más tarde, conversaría con Paquito sobre el evento. Él iba a estar de acuerdo conmigo en que Orco habló sobre las cabezas de todos. Le contaría como Mussó me conocía, pues fuimos cordialmente invitados por La Toscano a hablar de bitácoras -- junto al mismísimo Varas i un sociólogo aburridísimo de apellido Tutivén-- le contaría que había tenido una linda discusión con el señor este sobre lo que era poesía i qué no. “La calidad de la metáfora es lo que vale”, insistía él, i claro él, profesor, autor publicado, ganador de la importantísima Bienal de Cuenca, debía tener la razón. Sólo sé yo que cualquier idiota recibe ese premio, i lo digo con muchísima propiedad.

Después de estar casi más de una hora con Paquito iría a Ojos de Perro Azul, el bar donde plagan los literatis i hay que pedir los tragos de dos en dos para esperar ménos. Ahí mismo fue donde pensé en partirle la cabeza a Carrión por haber pisado a Mi Novia cuando él estaba yendo del baño al Sofá. El muy imbécil puede sacar un poemario pero no puede decir “lo siento”. La única razón por la que no lo hice fue por el miedo a la posibilidad a que el tipo saque después un poema sobre lo ocurrido. “Quedaríamos afectados todos. Increíble Venganza”, me acuerdo haberle dicho a Mi Novia, Paulina, esa noche.

Me quedaría en Ojos de Perro Azul hasta poco después de que el mismo Varas se fuese. Para hechos anecdóticos, se fue con la tipa con la que yo estuve conversando la mitad de la noche. Él se paró i ella se fue con él. El poder de Lanzar Libros. Conversaría de poemas allí también. Contaría un par de gracias. Me haría un par de amigos. Nada del otro mundo. Después me iría, a toda velocidad, a la casa de Roberto Posas a seguir discutiendo sobre libros, autores, i riesgos. Me iría derrapando por casi cada curva, i uno que otro incauto trataría de seguirme el ritmo, hasta quedar perdidos en el retro-visor.

Pero aún estoy tratando de salir del ExpoLibro, caminando con Paquito, con quien acabo de revisar los títulos de la sección “El Libro Viejo”, una mesa que maneja un tipo que no sabe lo que tiene. La salida del expo no es por donde se entra. Hay que darse un vueltón terrible- i paquito había dejado su bolso a la entrada. Yendo para allá la vemos a Cecilia, cuando íbamos hablando de los textos que nos deberíamos de haber robado del cole. “Genial, Brillante” decíamos de la absurda vuelta que estábamos dando. “Este Eduardo Varas me mandó un lindo elogio. ¿Si viste? Púchica, ahora voy a tener que leérmelo. ¡Qué vega! ¡Qué verga que es Eduardo Varas!” le iba diciendo a Paquito, cuando desde el rabillo del ojo veo sentado, junto a su novia, a Villaquirán, graduado con honores de la universidad de la estupidez.

“Cuántos puntos nos dará Cecilia por haber venido; unos diez puntos creo que nos va a dar por haber venido. ¡Ah Cecilia cómo está!, usted estaba por aquí, no sabía, fue una clara coincidencia.” Luego un silencio, pasos. “Explotándolo a Genaro”, le digo a Paquito. Luego canto “Mónica, la mujer trónica”. Más pasos. “Este ha sido el vueltón más estúpido de mi vida. No, mentira, sí sí, sí he andado bastante como para.. pero sí está en el top diez” –“Sí loco, púchica, mira esto, loco yo quería ir… yo quería enantes salir i me dijeron ‘no, tiene que dar la vuelta entera’”. –“I dando la vuelta entera, i dando la vuelta media”, respondí al revés. Luego tarareo la canción que Luis Silva aún no tocaba. -“De ley que hay más gente para el evento este de música que para…” -“Es que esto llama masas”, respondí interrumpiéndolo. -¿Era Luis Silva? –"Sí, loco." –“¡Yo sabía!, le dije a este man de… que es Luis Silva” Alguien por ahí se saluda, “hola, cómo estás”, escucho por ahí, luego lo canto “Hola, Cómo Estás”.

“Yo entré como Carlos Gonzo”, le dije a Paquito cuando por fin llegamos a la mesa donde se reclamaban las mochilas. Luego él entendió la ironía. “¿Cuál es tu cartera?”, digo para molestar. –“La de cuero, loco”, dice él. “¿La de lentejuelas? No te combina. Ya te he dicho que no me gusta que salgas así”. Una horrible mujer, también esperando por su cartera, había escuchado lo que le estaba diciendo a Paquito. Ella, coqueta, se reía de la conversación. Ya yéndonos le digo a Paquito: “La man estaba que se reía. La pelada estaba que gozaba, goshaba con el Jorge. ¡Chá! ¿Cuánta mujer no ha goshado con el Jooorge? ¡Chá! ¡Una más para la lista! ¡Chá!”. Ya encamindos a la taberna de Manuel, vuelvo a citar al poeta. ¡Esta noche te bajo porque te bajo! ¡Palabra de varón!

*Recomiendo Obstacle 1, Interpol
** IV Congreso Mundial de Exobiología Galileo 2007. Guayaquil 14-15-16-17 de Noviembre. Lugar : Centro de Convenciones Rodolfo Baquirizo (Av. 9 de Ocbubre y Tungurahua) Un aporte científico cultual de:...

Foto de LunaDiRimmel

8 comentarios:

Eduardo Varas C dijo...

Es la mejor crónica de la noche, sin dudas...

Si pones la dedicatoria del libro frente a un espejo podrás leer el verdadero texto: "Con amor, para mi ídolo..."

Y sí, ese man vale vega...
jajajaja

Anónimo dijo...

Ca y est ! J'ai réussi à lire tout jusqu'à la fin !
Intéressant. Quelques longueurs tout de même.

Anónimo dijo...

Me gusto mucho. Me he reido bastante y ya aclarado el asunto de la mesa cuadrada parece que puedo decir que me caes bien, buen tipo haz sido , muy ocurrido , como en el texto.

La sra. Robinson te ha invitado en calidad de consul o embajador al gobierno del facha Varas, no tendremos grupo literario>(mas alla del experimento) pero de todas formas aunque la srta. secretaria del regimen no se fue contigo te ha extendido la invitacion. En mi blog la ha puesto.

Si el tipo vino de Chile por mi entonces el merito no es de los escritores. Entonces habria que anotar que yo tambien soy escritora pero al encontrarse mi estilo plagado de un elitismo intertextual de mierda ,nada apropiado para este pais, que no me permite siquiera escribir una pinche frase con sujeto y predicado entonces encontrariamoa una razon de porque yo no lanzo ningun libro. Solo las copias de mis cuentos que caen al piso cuando se orina mi gata y mi mama no encuentra nada mejor con que limpiar los liquidos desechos.

jAJAjajaj....Estamos conversando.

Anónimo dijo...

Buesisima tu cronica!

kevinhurlt dijo...

"Tiene él una lengua afilada i burlona que no respeta a nadie"

pero es sólo el preludio

FEFI dijo...

Gracias al Varas y a la Toscano he podido dar con tu blog... y reirme. (Un poco salir de "todo" para contagiarse del resto, es bueno). A veces también la poesía merece ser deconstruida procurando desviarla del "camino".
sl2,
FER

Unknown dijo...

Brillante como de costumbre. Siento no haberlo leido antes.

Jorge Luis Pérez Armijos dijo...

¡Gracias mami! Gracias a todos, ménos a Eduardo.

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