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martes, 25 de enero de 2011

El asfalto

Recientemente caí en cuenta de que nunca publiqué El asfalto completo, si no más bien un fragmento. Hasta donde sé, ya se ha representado dos veces-- pero, desafortunadamente, no tengo ninguna captura de éstas.



El asfalto, tercer borrador

Sale Protagonista desde alguno de los laterales vestido con algo representativo de un estudiante. Camina hacia el centro de un escenario, el cual debe estar decorado con elementos comunes de una calle, como pueden ser edificios, parquímetros, o cualquier cosa, mas tiene que haber un letrero que diga: “Cuidado, Cemento Fresco”.
Protagonista va desprevenido. En la mitad del camino, al centro del escenario, Protagonista “pisa” el cemento fresco. Hace gestos que indican que quiere salir, pero está atrapado.

Protagonista: ¡Buah! ¡Suéltame, asfalto tonto, que me vas hacer llegar tarde a la clase de Sociología, y me muero por verla a la profe! Mm… Qué ganas de verla. ¿Qué? ¿Sigo atrapado en esto? ¡Que me sueltes, he dicho! ¡Arg! ¡Se está poniendo duro, y el que se tenía que poner duro era yo, en la clase de Sociología!
¡Madre mía! y ahora, ¿qué hago? ¡Auxilio! Vamos, ayúdenme a pedir ayuda. ¡Auxilio! ¡Socorro!

Un par empresarios, vestidos como tales, emergen de uno de los laterales.
Protagonista: ¡Ja! ¡Qué rápida es la respuesta! Seguro estamos en época de elecciones. Señores, ¡una manito! ¿Señores? ¿Caballeros? ¿Místeres?
Los empresarios están apurados. Pasan rápidamente.
Empresario 1: A ver, señor, no se detenga en la rúa, que obstaculiza el libre flujo de civitas moenia.
Empresario 2: Sin contar que también molesta a los que caminan en la calle.
Empresario 1: La eficiencia de la calle según su función radica en que el peatón pueda desplazarse horizontalmente, mas no verticalmente, como usted, pues para eso hay otros métodos.
Empresario 2: Además, la calle sirve para ir de un lado a otro.
Empresario 1: Como nosotros, que nos desplazamos dentro de un marco limitado de tiempo con el propósito de ir a laborar.
Empresario 2: O como nosotros, que llegamos tarde a la oficina.
Protagonista: Por lo menos podéis llegar, que yo desde aquí no puedo ir a ningún lado.
Empresario 1: Si no podías llegar a ningún lado, lo mejor hubiera sido no empezar a moverse.
Empresario 2: Si no tenías a donde ir, te hubieras quedado en casa.
Protagonista: ¡No me dejen! ¡Vuelvan! ¡Bastardos!
Salen los empresarios.

Entra un metrosexual.
Protagonista: ¡Ey! ¡Señor! ¡Caballero! ¡Mister! ¡Ayúdeme!
Metrosexual: Ay, ¿qué pasa? O sea, ¿what’s going on?
Protagonista: ¡Ayúdeme! ¡Me he quedado aquí, atrapao! ¡Atrapao!
Metrosexual: ¡Ay, por algo ha de ser! Con esos michelín, ¿quién no se hunde en la calzada? Es la tierra, pituquillo, que nos está haciendo el favor de tragarte entero. ¡Uy! ¡Al fin el mundo está eliminando a todos vosotros, los criminales que osan salir de casa sin ni si quiera un poco de fijador sobre la cabeza! Bueno, baby, te dejo. ¡Un besito!
El Metrosexual empieza a salir, orondo.
Protagonista: ¡Ey! ¡Que me ayude a salir del asfalto, no a salir del armario! ¡Bastardo!
Sale el Metrosexual.

Entra un grupo de niños.
Protagonista: ¡Niños! ¡La esperanza del mañana! ¡Ayudadme a salir de este asfalto, cada vez más frío en mis pies!
Los niños, silenciosa y lentamente, rodean a Protagonista. Después de un poco de tiempo, los niños empiezan a lanzar piedras al estudiante, mientras se ríen de él. Ahora que el Protagonista hace exclamaciones de dolor, los niños hacen una ronda alrededor de él. Siguen riendo, muy emocionados.
Protagonista: ¡Paren! ¡Ay! ¡Auxilio! ¡No me ayudéis! ¡Dejadme! ¡Dejadme!
Los niños salen por uno de los laterales, siempre riéndose.
Protagonista: ¡Ay, mis ovarios! ¡Qué dolor! ¡Auxilio! Esto me ha dejado peor que una clase de Economía. ¿Habéis visto que hijos de puta que son los niños? ¡Qué desgraciada que es la esperanza del mañana! Si hasta creo que tengo un par de costillas rotas. ¡Que alguien llame al… al… al cerrajero, o a quien sea que me deje salir de este hueco!
Sale el grupo de niños.

Entra en escena un sacerdote.
Protagonista: ¡Padre! ¡Padre! ¡Ayúdeme! ¡Prometo votar por el PP! ¡Padre! ¡Venga! ¡Oremos!
Sacerdote, sin prestarle mucha atención: Hijo mío, ¿qué te pasa? ¿Por qué te has desviado del buen camino?
Protagonista: ¡Padre, el buen camino me está tragando! ¡Ayúdeme, padre!
Sacerdote: Pero, hijo mío, ¡por algo ha de ser que el camino se torna duro! Dime, ¿cuáles son tus pecados?
Protagonista: Mis… ¿Mis pecaos? Pero… ¿qué tienen que ver mis pecaos?
Sacerdote: ¿Osas cuestionar la autoridad de la culpa en la Iglesia? ¡Ese es tu pecado!
Protagonista: Pero… Pero acabo de hacer eso ahora, después de estar aquí, atrapado.
Sacerdote: ¡Así es, mi joven ateo, el Señor obra en maneras misteriosas, Él todo lo sabe, así que ya sabía que ibas a pecar, y por eso te ha castigado!
Protagonista: ¿Qué? Madre mía, no entiendo nada…
Sacerdote: Tranquilo, hijo mío, ¡pronto lo entenderás!
Protagonista: ¿Cuándo lo entenderé?
Sacerdote, saliendo: Cuando lo entiendas, lo entenderás.
Protagonista, irónico: ¿Cuando lo entienda, lo entenderé? ¡Muchísimas gracias, padre! Es su asistencia la verdadera ayuda, un servicio fenomenal.
Protagonista: ¡Ay, qué vida! ¡Necesito salir de aquí! ¡Necesito de la ayuda de alguien! ¡Ayúdenme a pedir ayuda! ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Auxorro! ¡Socilio!
Sale el sacerdote.

Un par de viejitas entra en escenario.
Protagonista: ¡Señoras! ¡Abuelitas! ¡Ladies! ¡Ayudadme!
Vieja 1: Mira, Clotilde, un jovenzuelo.
Vieja 2: Un mozuelo.
Vieja 1: Dice que está atrapado
Vieja 2: ¡Así es la juventud postmodernista!
Protagonista: Señoras, ladies, ¿me harían ustedes el conmedido favor de llamar a un policía?
Vieja 1: ¿A un policía?
Vieja 2: ¿O a un guardia civil?
Vieja 1: No es lo mismo, sabe.
Vieja 2: Además, usted está atrapado, y la policía atrapa, y lo que usted necesita es ser des-atrapado.
Vieja 1: Usted necesita un des-policía.
Protagonista, perplejo: Bu-bueno… Llamad entonces a un des-policía o a un des-guardia-civil…
Vieja 2: Pero, niño tonto, ¡tales cosas no existen!
Vieja 1, empezando a salir: ¡Los jovenzuelos de hoy son tan creativos!
Vieja 2, saliendo: Sí, Clotilde, los mozuelos son muy graciosos.
Sale el par de viejas.

Protagonista: Esto se está poniendo un poco pesado…
Entra un policía a escena.
Protagonista: ¡Señor policía! ¡Señor policía!
Policía: Ruido en la vía pública, contravención 14-87… ¿Qué quiere señor, a parte de una citación?
Protagonista: Señor policía, mire usted, lo que sucede es que estoy atrapado…
Policía: Sí, caballero, no me diga cómo hacer mi trabajo. Ahora mismo le hago una citación por la contravención 20-1, invadir la vía pública.
Protagonista: ¡Pero yo no lo estoy invadiendo!
Policía: Claro que sí, caballero, el peatón debe estar sobre la vía pública, no dentro de ella. Es su comportamiento altamente irregular… Contravención 4-20.
Protagonista: ¡Pero, señor policía, yo estoy aquí involuntariamente!
Policía: ¿Está acusando de secuestro a la vía pública? Cuide su tono, jovencito, antes de que se gane una 18-3.
Protagonista: ¡No, señor policía, lo que sucede es que yo estoy…
Policía, interrumpiendo: Sabe qué señor, voy a necesitar que usted me acompañe a la comisaría.
Protagonista: Sí, oficial, lo que usted diga. ¡Todo por salir de este hueco!
Policía, saliendo: Bueno, joven, lo espero en la comisaría.
Protagonista: ¿Qué? ¡Policía! ¡Vuelva! ¡Dios mío! ¡Auxilio! ¡Qué voy a hacer ahora! ¡Qué alguien me deje salir de aquí!
Sale el policía.
Protagonista empieza a llorar.

Fin

Foto de Pieter Musterd

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