Adjuntos

martes, 30 de junio de 2009

Qué buen viaje - Me voy a tener que casar

Entre estos días he realizado el mejor viaje de mi vida. Primero, por primera vez desde que vivo en Madrid, me llevaron al aeropuerto, Barajas. Ya ahí me ahorré un taxi. Me llevó una amiga, y, como esto implica, dimos varias vueltas en círculos antes de llegar. Pero, cuando al fin dimos,  yo estaba completamente relajado-- la aventura al perímetro de Barajas fue ciertamente interesante, pero lo mejor estaba por venir.

Cuando compré el pasaje, el viaje más barato me salía vía Perú. Ve tú a saber cómo funciona eso, porque me parece que Lima está más lejos que Guayaquil si vienes desde Madrid. Además, desde Lima tendría que haber tomado otro vuelo-- o sea que eran dos viajes. Pero, por razones que sólo el gurú ninja Leopoldo Abadía podrá explicar, el viaje directo me salía más caro. 

Sin embargo, cuando llegué al puesto de LAN me avisaron que el vuelo a Lima estaba lleno, que me iban a poner en uno directo. Ya con eso me ahorraba no sé cuántos euros y no sé cuántas horas, pero ambas cantidades eran considerables. Me alegré, como es de suponer, y le dije a la chica que me atendía que si me ponía en primera clase me casaría con ella. Ella me dijo "no me haga sonrojar" con un tono de "no me hagas reír". 

Mas resulta que me voy a tener que casar con ella, pues efectivamente, tres horas después, me promovieron a primera cuando se dieron cuenta de que 3 pasajeros teníamos asignada la misma silla. A uno lo barajaron por ahí, el otro se quedó con el puesto, y a mí me llamaron para adelante. Como buen optimista que soy, pensé que era para hacerme una de esas ofertas en las que te quedas del avión y te dan 50 euros y un saco de dormir.

Pero claro, me equivoqué; ¡Y qué error tan afortunado! No hay nada como poder dormir cómodamente en el avión.

Imagen de Esquire

domingo, 28 de junio de 2009

Esto es para todas las mujeres del mundo que tengan pies

La vida me ha dado mucho, y hoy es el día de devolver. Este es mi legado para la humanidad: ¡Escuchadme, mujeres del mundo! A los hombres no nos importa qué zapatos estáis usando. En serio. De hecho, mi ex-novia y yo estuvimos juntos como 3 años y aún no tengo claro si ella tenía pies. ¡Mucho menos si tenía zapatos! Verán, a los hombres, lo que nos llama la atención de la ropa de la mujer es, como sabéis, el tamaño. Y, como dijo, Buckminster Fuller, "menos es más".

Y hay una razón para eso. Mientras más pequeña es vuestra ropa, menos espacio ocupa en nuestros armarios, en nuestras maletas y en nuestras lavadoras. Y eso es todo. Cuando vemos un vestido sexy no pensamos "cuánta piel", sino que pensamos "cuánto ahorro". Y, por supuesto, si te lo puedo sacar rápido, mejor. ¿Esos vestidos con 30mil tiritas del cual tienes un librillo con instrucciones para ponértelo? No me gusta; no me quiero sentir como un policía desmantelando una bomba, gracias.

Todo esto viene porque, hace relativamente poco, acompañé a una amiga a comprarse unos tacones blancos. Fuimos a 10 zapaterías, cosa que no debe sorprender, pues es lo que más hay en cualquier centro comercial, y ¿creen que se compró algo? Fue en ese momento que me di cuenta que las mujeres tenían pies, y a veces hasta zapatos. Pero yo ya sabía de aglo que sí tenían: complicaciones. A priori, "zapatos blancos" no parece implicar mucha vaina.

¿Que no? Pues sí. Estos son muy blancos, estos son muy bajos, estos son muy altos, con estos se me ve la línea que divide los dedos, estos son muy abiertos, esta tirita no me gusta, estos no creo que duren, ya tengo uno como esos, esos me gustan... pero la chica de allá ya se está llevando unos. ¡Por la espada de Roldán*! 

"Y de qué nos sirve todo esto" se preguntarán las lectoras. Porque sé que ya sabéis que no nos fijamos en los zapatos que usáis, y que los zapatos bonitos son para vosotras mismas, para que os sintáis bien. Pero, amigas mías, si ya sabíais eso, ¿por qué rayos torturáis vuestros pies con los zapatos más incómodos del mercado? 

Para nosotros, los tacones son aquello que limita cuánto podéis caminar/bailar y, sobretodo, subir escaleras. El único momento en que nos damos cuenta de que tenéis un par es cuando os los sacáis para mostrarnos un pobre pie machacado, calloso y arrugado. Y claro, luego a comprarse el producto para tener los pies más bonitos, ¿no?

¿Sabéis que sería mejor? Ir con zapatos cómodos. 

*Durandal

miércoles, 24 de junio de 2009

Voy a Guayaquil y tengo miedo

I ni es porque me van a querer hacer preguntas de fútbol en las que voy a tener que defender a Barcelona con el único argumento que tenemos desde el 97, y ni es porque no he estado siguiendo lo de política y algo me dice que han cambiado los diputados. No, mi miedo es hacia las amigas de mi madre. Mis tías y otras señoras de esas, de respetable edad, siempre me salen con la misma detestable y asquerosa pregunta: ¿qué comes allá?

Y esta pregunta, de buenas a primeras tan inocente, esconde un sólo significado-- ¿cómo sobrevive un incompetente como tú sin tu madre? Y no es que las señoras me crean incompetente, que igual sí es cierto, es que las señoras no aceptan que alguien de mi edad pueda vivir fuera del ala materna. Noticias, señoras: A los cinco años aprendí a armar Legos; de eso a seguir instrucciones en un libro de cocina no hay un paso muy largo.

Cocinar no es una ciencia, la verdad. Te compras el recetario y si dice "pieza de pollo" vas y la compras. Si dice "dos onzas de agua", se la pones. Si dice precalentar el horno, pues le das a la ruedita esa de ahí. ¿Es que no estoy capacitado para seguir instrucciones? De ahí a que me contraten en la La Tour d'Argent ya es otro paso, pero quiero recordaros, queridos lectores, que yo estuve en clases de cocina y sé cómo pedirle a la compañera que me ayude a pelar naranjas, y sé pedirlo a la perfección.

Y las madres ajenas luego te salen con lo de 'qué tal la comida española'. Señoras del mundo, no vine a hacer turismo gastronómico, vine a estudiar. Los tres platos que he probado de comida española me los han invitado, si algún día pruebo el cuarto, bacán. Pero, a menos que me den dinero para ir de restaurante todas las semanas, seguiré sin probar qué-sé-yo-indispensable-para-el-paladar que me están recomendando tanto. Porque, ¿saben qué? No me interesa. Si no como la comida típica de acá, no creo que me muera. No me gusta comer, no me gusta probar cosas nuevas. De hecho, esto lo escribo desde mi Macintosh 128K porque sí, la MacBook se ve piquetera, pero ¿para qué me voy arriesgar con algo que no conozco?

lunes, 22 de junio de 2009

jueves, 18 de junio de 2009

"mente sana, cuerpo sano"

- oído en una reunión de necrófagos.


miércoles, 17 de junio de 2009

Yes, I mind the gap



No encontré una foto decente de "mind the gap", y estaba un poco frustrado por eso... hasta que me di cuenta de que hasta yo podía hacer uno.

lunes, 15 de junio de 2009

Estampa matritense - La señora

Aquí en Madrid no hay grupos mayoritarios. Excepto mayoritariamente cayendo en la pobreza,  que somos casi todos. I bueno, como decía, ya no hay ciudadanos endémicos, y si los hay, es muy raro verlos. Por las calles de esta ciudad es más común ver rumanos, moros, ecuatorianos, colombianos, chinos y turistas que a los habitantes originales que hemos cercado hasta que se han extinguido; sin embargo, si vas atento, puede que en la Calle Serrano veas a un madrileño de verdad entre la multitud. Yo lo sé, porque hoy vi a una auténtica lugareña-- y esto es lo que, superado mi asombro, aconteció:

Primero quiero decir que es normal temer lo desconocido. Partiendo de eso, y dándonos cuenta de que en Madrid, porque no existe mayoría de ningún tipo de persona, todo es aquí anormal y exótico. Lo que nos ayuda a no ir por la vida asustados de la cantidad explosiva de culturas que nos rodean es que cada una está confinada a un barrio. Nosotros, los de Ecuador, estamos por El Retiro. Los moros, por Lavapiés. Los chinos, por todos los comercios. Los demás, no lo sé. I ni me importa, la verdad.

Y dicen que en la Calle Serrano, donde antes vivían los madrileños, queda todavía un vestigio de población autóctona. Y volvemos a la señora que vi esta tarde. Yo estaba en mi vehículo, tranquilo, esperando que cambie el semáforo, cuando la vi acercándose. En ese momento no pude distinguir si su rumbo era mi ventana o el paso se zebra que divide las aceras, pero yo no quería tomar riesgos innecesarios... Ella, con su abrigo de piel, sus colores mate, sus anillos de oro, su perfume excesivo, su sombrero superlativo, sus tacones de presumir... se acercaba. ¡Cerré la ventana lo más rápido que pude! ¡Dios sabe que quería este peculiar personaje conmigo!

La señora se dio cuenta de lo que sucedía, quizás por que me temblaban las piernas o porque me sudaba la frente. O porque me lloraban los ojos. ¡Qué se yo! Mas ella se acercaba, y a estas alturas parecía que la cosa era conmigo y no con cruzar la calle. ¿Podía ser esta madrileña tan voraz como de las que se habla en voz baja cuando se cuenta una leyenda urbana? Pues en conclusión, sí-- porque la muy maldita sacó un cuchillo y me robó el coche. ¡Malditos grupos minoritarios!

viernes, 12 de junio de 2009

Lucy in the sky y el lado oscuro del arco iris

If you feel you are not properly sedated call 448-844 immediately. Failure to do so may result in prosecution for criminal drug evasion.
-THX 1138

Lucy Vodden está enferma; tiene la enfermedad prohibida para House-- Lupus. 40 años antes, cuando ella y su salud asistían al preescolar, un compañerito la retrató. Julian, el pequeño artista, quiso compartir el dibujo y se lo enseñó a su padre diciéndole "that's Lucy in the sky with diamonds", esas cosas que los niños de 3 dicen. El resto es el centro de "Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. "

Para Lucy in the Sky with Diamonds Lennon no sólo tomó la frase de Julian, agregó referencias a experiencias que parecían hacer alusión al consumo de LSD-- droga cuyas siglas incidentalmente van de acuerdo con el título de la canción. Por esto, emisoras como la BBC se negaron a emitir el tema. Casualidad o no, y a pesar de que las aventuras psicodélicas de Lennon hayan contribuido a la letra, todo parece apuntar a que fue el pequeño Julian y su dibujo de Lucy en el cielo con diamantes en los ojos lo que dio el título a la canción.

Hace pocos días tuve la oportunidad de ver El mago de Floyd o El lado oscuro del arco iris, como también se la conoce-- que no es más que el resultado de ver El mago de Oz de Victor Fleming mientras se escucha Dark side of the moon de Pink Floyd. Hay varias teorías de cómo sincronizar ambas obras, la más común es empezar el disco cuando el león de MGM ruge por tercera vez en la apertura del filme. 

La mente tiende a unir cosas y buscar explicaciones, por lo que parece que el álbum es la banda sonora alternativa al filme. Cuando el disco se termina, se lo puede puede repetir o poner Meddle, también de Floyd, desde la segunda canción, "A Pillow of Winds". Yo seguí la primera sugerencia y me fue bastante bien, considerando que en Europa los DVDs van más rápido y la experiencia no es exactamente igual que en América.

Aunque son muchos quienes creen que los puntos donde el disco y el largometraje coinciden, no creo que Pink Floyd (que, para quienes no lo saben, es una banda y no un sólo individuo) haya tenido la intención de que su disco sea escuchado así, mas la experiencia es, indiscutiblemente relajante y ciertamente recomendable.


domingo, 7 de junio de 2009

Qué mala es la gente

Hay un anuncio por ahí del videojuego "Punch-Out!" en el que uno puede coger i entrarle a golpes a tu potencial contrincante. Muy divertido, la verdad.





sábado, 6 de junio de 2009

Todo hombre necesita a una mujer

Sí, suena claro, pero somos muchos los idiotas que creemos que nos irá mejor solos. I luego de un par de semanas en soledad lo que tenemos es un poco de cajas vacías de pizza i una caterva de vasos vacíos. Es que somos idiotas i no creemos en las canciones de desamor de la radio. Pero todo hombre necesita una mujer-- sino ¿cómo subsistir? Es mi teoría que todos los hombres nos alejamos de nuestra madre porque nos da mucho la lata, es decir, con todo respeto, que la madre nos jode mucho.

Pero, ¿qué hacemos los hombres cuando podemos? Unos pocos dirán que van por ahí, de cama en cama, i que lo viven bien así. Los más coherentes de nosotros buscamos una suerte de madre que nos diga qué está bien i qué está mal para atenernos a ello. Respaldo mi teoría en que, por más panas que he tenido que se jactan de sus conquistas, todos, a fin de cuentas, desean una mujer que los aguante. Una man que les diga que se coman las verduras; una mujer que te diga "limpia un poco, que vives como un cerdo".

I lo que sucede es que los hombres, si nos dejan solos, vivimos como aquellos cerdos que ellas nombran. No sólo pasamos de las tres comidas al día que nos imponen a creer que con una basta y que sólo nos hace falta desayunar para subsistir-- nuestra vida se convierte en una especie de jungla en la que no sobrevive el más fuerte, sino el que mejor acompañado está. Los hombres no podemos vivir solos, necesitamos a una mujer.

Ahora, las mujeres tampoco son perfectas. ¡Qué buenas son cuando las conoces! Te aguantan todo; te dicen que tus hábitos masculinos de cerdo son atractivos, que por eso les gustas. ¡Cuánta patraña! Dales media hora y van a imponer la decencia sobre tu moral. I eso, sanitariamente, no está mal; pero sucede que la man que era tu cómplice i amiga de repente se convierte en tu novia... I los hombres, digo yo, no queremos solamente una novia-- queremos una amiga, una compañera, una versión tuya pero mejor... I cuando tu novia deja de ser tu amiga es mejor volver a ser el infeliz que ya eras; nadie, pues, quiere una novia-- lo que queremos es una buena cómplice.