Adjuntos

lunes, 31 de diciembre de 2007

Atorémonos con las uvas

¿Feliz año nuevo? Si el año que se viene está feliz, está más drogado que la vieja de Requiem for a Dream. Es estos últimos días, i más aún en estas últimas horas, me empiezan a llegar esas virales tarjetas de felicitación al correo electrónico, enviadas por los allegados más lejanos. La mayoría de estos desgraciados coincide en poner una variación de "que el próximo año te vaya mejor que este". ¿Qué chucha quiere decir esa huevada? ¿Qué sabe esta gente que yo no sé? ¿Que este año me ha ido, en su opinión, mal? Porque hasta donde yo sé me ha ido bastante bien. Ahora que estoy viviendo en un departamento tan pequeño que temo reventarme la cabeza cada vez que estornudo, quizás las cosas parezcan un poco más difíciles, pero mal no estoy. Hasta donde yo sé.

En España hoy hay la tradición de atragantarse con doce uvas doce segundos antes del año nuevo. Yo sé que en Ecuador también hacemos esto, pero sucede que es España esto es lo único que se hace, así que todo el poder supersticioso, en vez de estar dividido en las monedas, la quema del viejo, la vuelta a la manzana con las maletas, las velas y los doce clásicos golpes a tu jermu para vaticinar la dominguera paliza post-pérdida del equipo, está concentrada en estas doce uvas-- i te las tienes que engullir una en cada segundo, porque la suerte está directamente concatenada con las posibilidades de morir ahogado por un bolo de uvas en la traquea, por algún motivo que todavía no tengo el placer de conocer.

Hasta ahora, yo sólo quiero que más tarde alguien me salga con "Jorgito, cómete las uvitas" para ver si digo eso de "no, no soy supersticioso" o digo lo que en verdad estoy pensando, "no, no soy cojudo, atorarme no es lo mío. Traté de hacerlo cuando me quise hacer bulímico, pero esta panza bielera atestigua que no lo logre, ¿no?" Mejor es darle a las uvas cuando estén en forma de vino, que es precisamente lo que pretendo hacer yo, cuando me tome 12 copas en doce segundos; no sé si me traerá buena suerte, pero seguramente me traerá el comienzo de una buena borrachera, i de la ebriedad al buen avenir sólo hay un muy pequeño paso.

Otro año, otro dolar. I no son las uvas, la ropa interior roja, o los doce golpes a tu esposa lo que nos acercan la posibilidad de tener un año, o mejor, una vida mejor. Es uno mismo. Como creemos que son las uvas, probablemente no merezcamos estar mejor en primer lugar, i por eso cada año nos las comemos. Si los deseos de cada año se nos cumplieran, sólo tuviéramos que pedirlos una vez- a menos que nuestras peticiones anuales sean "no convertirme en hombre-lobo" o "llegar hasta el día de los Reyes". Podemos quemar el monigote que representa el año que pronto pasará, pero los problemas no saben de calendarios. En fin, que el próximo año les vaya mejor que este, i que tengan un futuro interesante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario