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sábado, 10 de noviembre de 2007

Quito es un Lugar Pitiado Para Los Taxis

El destino, no contento con darme a un taxista decrépito hace unos meses, decidió volver a ponerme a prueba. Ahora fue con un tipo al que le faltaba todo el antebrazo derecho. Para mis lectores ingleses i japoneses: acá, en el resto del mundo, tenemos la caja de cambios en el lado derecho del conductor. I no, el taxista no manejaba un carro automático, porque eso es prohibido por el gremio. El tipo era manco i conducía al braveo, virando i haciendo los cambios al mismo tiempo. Pero, para mí, después de lo del viejo, este man fue un toque. O sea, no creo que sea fácil tener sólo un brazo cuando tu trabajo es de chofer profesional; el tipo podría buscarse un trabajo cambiando canales de tele, o de portero, o de qué sé yo de qué más se puede trabajar con una sola mano. De congresista.

Pero el manco fue el taxista menos pitiado. Otro día, cuando iba al aeropuerto como a las seis de la mañana, me toca un pelado que habrá tenido mi edad, o menos. Tengo el hábito de sentarme en el asiento del pasajero delantero, i esta vez eso tuvo importancia estratégica: el muchacho se quedó dormido en media carrera. Por suerte no habían carros i fue en una recta larga; además, lo peor que nos podía haber pasado, viendo el tamaño de la acera, era un par de llantas explotadas i un choque frontal de baja velocidad. Sin embargo, preferí no estrellarme i me abalancé a corregir el curso. El pelado se despertó cuando le dije "chucha, loco, te andas quedando ruco", a lo que el man respondió: "Ni verga, si me acabo de despertar", i siguió manejando, tranquilo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La fauna de taxistas en Quito es amplia (sólo superada por la de buseros, aunque su interacción con los/as pasajeros/as es menor), pero hay que tener suerte (llamémoslo "un aura especial") para caer con los personajes que describes.

Saludos.

Jorge Sosa dijo...

Ja, hasta me siento con un poco de culpa de no poder superar las anécdotas con una de mi querida ciudad de México, pero me queda la sensación de que el siguiente taxi que tome puede ser uno de estos que narras.

Saludos

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