Adjuntos

miércoles, 9 de mayo de 2007

Sin ti siento que no estoy yendo a ningún lado. Siento que estoy un poco vacío. Me siento más desperdiciado. Me siento un poco más inútil. Sin ti me siento bastante sólo.

Eso de bajar estrellas suele ser considerado romántico- aunque es una propuesta imposible, i claro, en eso radica su belleza, supongo. ¿No fue más romántico cuando te pedí que te pongas el cinturón de seguridad? ¿Es que no es amarte velar por la seguridad tuya? Sé que amar no es prometerte algo que no voy a cumplir. Si quieres te puedo prometer que voy a hacerte creer que te bajaría una estrella. Te puedo prometer que vas a creer que mereces una. El amor es una posibilidad espléndida.

Ahora los novios a distancia la tenemos más fácil. Internet, celular. Sólo falta que alguien se invente algo para que siempre sea el mismo huso horario en todos lados. ¿Cómo habrá hecho la gente de antaño? Me imagino a esos de las trincheras escribiéndole con una foto ovalada que entra en la portada interna del reloj de bolsillo espiando desde una vela-- con explosiones que hacen que la tierra que es el techo se haga polvo i caiga en los alrededores. Todas las de ley. Ahora mandar un correo electrónico desde casa suena como un regalo del cielo. Creo que lo es.

Pero yo nunca he estado atrincherado, i si me preguntan creo que lo más cerca que voy a estarlo es ahora, que vivo en un hueco donde el techo es de tierra dura por la cual no se puede romper i salir a respirar el aire fresco. Frustrado, sólo. Escribir esto es tan válido como a hablarle a los pájaros, sólo es necesario para no perder la cabeza. Algún genio resolverá con dos sílabas todos los problemas de mi existencia, seguramente con una frase tan prefabricada que ya la habré leído antes. I se sentirá, luego, tranquilo, pensando en que el pobre se ahoga en vaso de agua, que es un tonto, un cabeza-perdida; sin saber que revolcarme en mis sentimientos es ser, justo cuando sin ti soy nada.